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Un mundo nuevo e irreversible

Un mundo nuevo e irreversible

Por Ana Valentina Benjamin

Escritora, periodista e investigadora especializada en Derechos Humanos.

 

La pandemia del Covid-19 ha desencadenado una serie de catástrofes pero también fortalecido la capacidad de resiliencia. Tal es el caso del Festival Internacional de Cortometrajes de Oberhausen, Alemania, que logró concretarse del 13 al 18 de mayo en la edición 66° del festival en forma online con creatividad y excelencia técnica. Se exhibieron un total de 350 películas del cual compitieron 152 de 70 países. Lars Henrik Gass, director del festival, se refirió al evento puntual con palabras aplicables a la actualidad mundial. “Ya no existe un límite de lugar y tiempo específico. Esto es nuevo y es irreversible“.

 

Muchos ganadores y ningún perdedor

No hubo perdedores en esta celebración del cine que trascendió las fronteras en forma literal y virtual, permitiendo a espectadores y artistas asistir a un evento que en muchos casos hubiese sido inaccesible por motivos financieros o de agenda.

El festival terminó con la ceremonia de entrega de premios con un valor total de 42.000 euros. El premio mayor, el Gran Premio de la Ciudad de Oberhausen, fue otorgado a A Month of Single Frames, de la norteamericana Lynne Sachs. El jurado justificó la elección: “En esta época de distanciamiento social, esta notable película cumple la función más noble del arte, encontrar la poesía y la complejidad en las cosas simples y en el profundo amor a la vida”.

 

Fotograma de A Month of Single Frames, Gran Premio de la Ciudad de Oberhausen.
Fotograma de A Month of Single Frames, Gran Premio de la Ciudad de Oberhausen.
El premio a la mejor película del concurso alemán fue para Sugar, una obra que muestra un mundo postapocalíptico de humanos dominados por la comunicación de masas y dirigidos por “influencers” al punto de convertirse en autómatas cuya capacidad de pensamiento no va más allá de la repetición mecánica de frases recogidas de las redes sociales y el argot del marketing. Al encierro de este homo sapiens llega un humanoide para intentar devolverle la humanidad perdida.

 

Fotograma de Sugar, película premiada como mejor filme del concurso.
Fotograma de Sugar, película premiada como mejor filme del concurso.

Otro premio bien merecido fue para Pastores, una coproducción Francia/Sudáfrica/Alemania. El corto de 27 minutos muestra la importancia del ganado en la vida social en un pequeño país sudafricano en donde las vacas implican significado simbólico, valor material y condena para quien intenta robarlas. Los testimonios son brindados por ladrones de ganado que cuentan su vida y cómo llegaron hasta allí, al lugar del rodaje: la cárcel.

 

Primer plano

Algunos cortos merecen párrafo aparte. Por ejemplo I am the people (China), una estupenda crítica y autocrítica social. “Yo antes pensaba que el derecho a voto era elemental, pero… mira el clima político general en los países de Occidente”, reflexiona una muchacha sobre la decadencia occidental.

Sobre su China natal, también es concluyente: “El lenguaje se ha convertido en algo vacío y perezoso. La gente está ocupada en subir vídeos para que se viralicen, en tener muchos likes o seguidores. También su forma de pensar se ha vuelto perezosa, conflictiva y fragmentada”. Los testimonios se suceden con imágenes de trabajos alienantes que realizan trabajadores esclavizados a una tarea mínima que forma parte de una inmensa maquinaria de producción. Imposible no recordar la extraordinaria Tiempos modernos de Charlie Chaplin.

Expression, del realizador iraní Belal Taheri, otra perla del festival. Testimonios de jóvenes que comentan sus historias de amor, desencuentros, sueños y frustraciones. Algo conmovedor subyace a la voluntad de Expresión: la necesidad de ser escuchados. La que tenemos todos y en este caso una generación de jóvenes iraníes desanimados en su violenta tierra natal. Una muchacha comenta a otra en referencia al director del corto: “Por lo menos este tío me escucha”.

El Concurso de Cine Infantil y Juvenil convocó una amplia variedad de nacionalidades y temáticas. Desde la aventura, el humor y el amor hasta la dureza de temas como la anorexia, la misoginia, el abandono, la guerra. The Shoe of a Little Girl, de Kedar Shrestha (Nepal) fue una de las joyas. Una niña no puede distinguir la derecha de la izquierda y por ello no puede colocarse bien los zapatos. Este pequeño contratiempo genera una obra preciosa de 13 minutos con un mensaje enorme: el mejor maestro de un niño es a veces el propio niño.

El corto Coeur Fondant, de Benoit Chieux (Francia) es tan dulce como el chocolate que Anna quiere compartir con sus amigos, aun corriendo el peligro de cruzar un bosque que finalmente solo esconde un gigante tierno. En la trama de Baxu y los gigantes, de Florian Schott (Namibia), nos encontramos con Baxu, una niña de 9 años que ama profundamente la naturaleza y un día descubre que su hermano ha empezado a cazar furtivamente para mejorar las condiciones de vida de su familia. Baxu tiene que tomar una decisión: ¿se quedará callada o escuchará a los rinocerontes, los gigantes de la sabana, con los que habla en sus sueños y se arriesgará a perder a las personas que más quiere al delatar a su hermano? No es habitual que una joven se enfrente a un conflicto ético y lo resuelva de forma tan extraordinaria.

 

 

Feminismo y paridad de género

La paridad de género, entendida como una participación equilibrada de hombres y mujeres en las posiciones de poder y de toma de decisiones en todas las esferas de la vida constituye una condición destacada para la igualdad entre los sexos. De hecho, el grado de paridad de las instituciones políticas y económicas se considera actualmente un indicador de la calidad democrática de los países. En este aspecto, el festival se ganó su propio premio, con jurados ecuménicos y adheridos a las cuotas de equidad: los cinco jurados sumaron ocho hombres y once mujeres.

“Muy a menudo es la actitud, la posición de la película y el cineasta lo que caracteriza la mirada feminista de una obra”, nos comenta Hilke Doering, directora del Concurso Internacional. Cierto. De hecho, el festival exhibió cortos con muy variados enfoques.

La provocativa Plata o Plomo de la explosiva colombiana Nadia Granaois; la francesa Mat et les gravitantes, sobre un grupo de adolescentes que se autoconvocan unos días en una casa para debatir y compartir experiencias sobre sexualidad. La conmovedora What we still can do, que documenta las últimas horas de una mujer con su anciana madre en un hospicio. Stay still, desgarradores 17 minutos sobre la oscuridad de la depresión posparto.

Me voy, de la polaco-perana Sara Bustamante Drozdek, sobre las relaciones que están siempre al límite. Una mirada que se atreve a tocar el sensible tema de la mujer también ejerciendo violencia y colocándose en un lugar distinto al impuesto por el machismo radical. “La película muestra nuestras vidas en un espejo deformante en donde la figura de una mujer acorralada tiene la oportunidad de convertirse en una mujer fatal, encontrar fuerza y ganar, pero sin convertirse en una víctima”, nos cuenta la directora.

 

Momento durante la gala online
Momento durante la gala online

 

Interacción

Un festival es un conjunto de representaciones dedicadas a un artista o a un arte, dice el diccionario, pero omite lo más interesante: lo que un festival tiene de fiesta, de encuentro, de intercambio personal y profesional, el contacto en todos sus aspectos. Algo de eso pudo rescatar este festival, por ejemplo en las charlas entre miembros del jurado con los realizadores luego de las proyecciones. Buenas preguntas, observaciones interesantes y la posibilidad de conocer un poco el interior más literal del artista: su casa. Ese fondo que vemos detrás del interlocutor cada vez que realizamos una video conferencia o chateamos; esa porción de espacio que revela un pequeño microcosmos… Igual que en la vida diaria en Tiempos de Corona, que nos ha convertido en personajes de una vida que parece una película de ciencia ficción escrita por un guionista pasado de rosca. Pero no es así ni sucede en la pantalla; somos nosotros, aquí y ahora, atónitos, en este mundo nuevo e irreversible.

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