El mal de la mujer en la mitología griega

La Antigua Grecia fue la cuna de la política occidental actual, del voto, de la filosofía y seguidora de la religión politeísta. Un lugar y una época marcadas por el fuerte valor que otorgaban a la cultura y al pensamiento. Con un escenario tan democrático, ¿por qué la mujer quedaba relegada a un segundo plano y carecía de derechos?

En la cotidianidad de la Grecia Antigua, la mujer no poseía derechos ni opinión, ya no es que no pudiera votar como cualquier hombre, ni siquiera podía tener bienes propios. La mujer ateniense, de cara a la ley, siempre estaba bajo la autoridad de un tutor, ya fuera su padre, su marido, su hijo si era viuda, o un pariente. La misoginia imperaba como tendencia ideológica, el raciocinio era cualidad masculina, el pecado y la impulsividad características natas de la mujer.

 

EL PENSAMIENTO DE LA DEBILIDAD FEMENINA EN LA MITOLOGÍA

La mitología griega se construyó a imagen y semejanza de la sociedad que daba nombre a los dioses y repartió los dones por el Olimpo. Con unos atributos físicos equiparables a los de los seres humanos, en la mitología encontramos desde un herrero hasta el creador de la tierra; los dioses tenían virtudes, defectos, sentimientos y debilidades al igual que la ciudadanía. De esta forma, los dioses se antojaban más cercanos, con los mismos sufrimientos y luchas internas, el objetivo era alcanzar una vida mejor, no marcar unas pautas de conducta rígidas como en las religiones monoteístas.

En otras artes de la antigua cultura griega, como en la literatura, siempre había dos vertientes muy diferenciadas entre el papel del hombre y el de la mujer: el hombre vinculado a la guerra, a la política y a la cultura, y la mujer con una posición esclava de madre y esposa al servicio de ese hombre salvador de todos los males de la existencia. Por el contrario, en la mitología griega las diosas tenían un papel más activo, un rol de heroínas valientes. La mujer era mitificada como símbolo, pero degradada como mortal. No obstante, también en la mitología existen ciertos capítulos que despojan a la mujer del poder de elección, siempre inherente al hombre, o algunos símbolos relacionados con el papel femenino en la Grecia Antigua.

En la religión griega existe un giro referente a las religiones más arcaicas. En las religiones prehistóricas, el hecho de que la mujer fuera la creadora de nuevas vidas le confería una importancia vital. Ya en la mitología griega, hasta el papel de generar vida es parte de Zeus, quien fecunda a la tierra a través de la lluvia. Con todo, a primera vista resultaría extraño que una sociedad que creó a los dioses a su semejanza, en un momento donde la mujer no tenía ninguna fuerza ni opción más allá de las tareas domésticas, venerara la figura de las diosas y mitificara divinidades como Hera, Afrodita o Atenea. Aunque la mitología griega aparenta un carácter igualitario, lo cierto es que los valores de la Antigua Grecia se reflejaron en los actos de los dioses.

 

EL MAL DE LA HUMANIDAD

La fidelidad y el adulterio tenían un carácter particular en esta fase de la historia. Si bien el hombre cometía adulterio con frecuencia, sin una visión negativa por parte de la sociedad, la mujer debía ser siempre fiel a su marido, en caso contrario su castigo podía finalizar en su muerte. Además, una mujer debía respetar la infidelidad de su marido, su papel al fin y al cabo era la reproducción, no el placer. Trasladado a la mitología, Zeus engañó en múltiples ocasiones a Hera, su hermana y esposa, con otras diosas y mortales. Hera por su parte siempre le fue leal a Zeus, volcaba su ira hacia las amantes de su esposo o hacia los hijos ilegítimos de éste. Aunque en la mitología también existen ejemplos de diosas que mantenían relaciones fuera del matrimonio, eso sí en diferentes circunstancias. Es el caso de Afrodita, diosa del amor y símbolo del pecado carnal femenino, infiel a su marido Hefesto, con quien Zeus obligó a casarse. Los matrimonios concertados y sin opción a réplica para las mujeres también eran la tónica general de la Antigua Grecia.

Asimismo, las virtudes de las diosas fueron estratégicamente establecidas para que su procedencia proviniera de un dios, siempre ligadas al mito masculino. Como la inteligencia que, aunque su representación descansa en Atenea, al igual que la prudencia en Metis, la historia viene a decir que son virtudes generadas por un hombre, en este caso por el símbolo de Zeus, puesto que él engulló a Metis cuando estaba embarazada de Atenea, y Zeus dio a luz a ésta última, generando así tanto la inteligencia como la prudencia.

Otras evidencias de la mitología mostraban las creencias de la sociedad griega, ya fuera la importancia de que las mujeres supieran realizar sus tareas del hogar (por muy diosas que fueran, Atenea o Penélope tejían), la irracionalidad femenina (mostrado en los amoríos de Afrodita) o la venganza también vinculada a la mujer (Atenea y Hera protagonizaron varios pasajes en los que simbolizan la ira).

El mayor ejemplo de la insignia de la mujer como mal de la humanidad, que se ha impuesto en gran parte de las religiones, en la mitología tiene nombre de Pandora. Creada con la semilla de la mentira, Zeus le entregó la famosa caja, que guardaba todos los males del mundo, con la promesa de que no la abriera. Pandora, símbolo de la curiosidad femenina, se asomó a la caja y los males se extendieron sobre los hombres.

Este mito representa la creencia de la debilidad femenina, su pecado natural por el hecho de existir y esa aversión de las culturas antiguas a que las mujeres se acercaran al conocimiento ante la posibilidad de la corrupción de la sabiduría, dogma que aún hoy se conserva en parte de las religiones actuales. Los griegos forjaron en la mitología el reflejo de su propia visión de su mundo y del rol de la mujer. Poco se diferencia el papel femenino en la sociedad en el resto de mitologías, habitual en sus épocas, no tanto si lo trasladamos a nuestros días donde la religión aún arrastra una evolución lenta y tardía en cuanto a la igualdad de género.